La sombra de la madurez, con tocado y volados, avanza.
Su mano izquierda acalla a la voz masculina de su vientre.La acompaña un pájaro pequeño, una entrañable mascota.
Pertenece al bosque. Una penumbra espesa envuelve su andar. Se filtra un resplandor que ilumina el contorno de los árboles.
Se detiene, con los ojos bien abiertos frente la puerta; allí espera un joven emplumado, de rodillas desnudas y bolsillo en el cuerpo.
Él pinta, con la música en el corazón. El violín es caja de resonancia que interpreta su latido.
Está en su hogar, una habitación verde, tapizada de musgo.
Un artefacto a la derecha duplica sus manos y una lupa interpreta su mirada.
Es delicado y suave para representar a las aves que lo circundan.
Con los ojos entornados escucha la bisagra.
Él es suave para dejar pasar a la madurez cuando avanza.
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